Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar. -Ernest Hemingway.


Love one another and you will be happy. It's as simple and as difficult as that. - Michael Leunig.

Ser de izquierdas es, como ser de derechas, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de hemiplejía moral. -José Ortega y Gasset.

jueves, 10 de febrero de 2011

To be continued

-¡Pimper, vuelve aquí!

Sally gritaba mientras corría tras su gatito. Era cerca de la avenida, en la calle donde estaba su casa, el tercer giro, a la derecha. Los bonitos zapatos rojos le hacían rozaduras en los pulgares y los meñiques, pues así le había enseñado Maggie que se llamaban.

-¡Pimper, lo digo en serio!

Mamá siempre decía eso y Sally obedecía, porque ambas eran buenas amigas y ella no quería que dejaran de serlo, ¿verdad?
Pero Pimper no era Sally, así que giró la segunda esquina y escapó calle abajo.
La niña pasó sobre un charco que la empapó, y su imagen se reflejó un instante: el vestido rojo, las medias de flores y la diadema sobre el pelo anaranjado.

Era la calle del quiosco. El carrito de los helados todavía estaba allí parado, a pesar de la hora que era. El vendedor era un señor grande y amable que siempre regalaba barquillos. Pero el toldo estaba retirado, así que no debía vender helados en ese momento. Su favorito era el de menta. Aunque también le gustaba el de naranja amarga, como el color del cielo entonces.

Pimper giró la primera esquina. Los pequeños pies de Sally no podían moverse tan rápido, así que cuando ella giró, ya no había ni rastro del gato. Fue inútil llamarlo.

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