Enséñame una emergencia. Enséñame cómo se rompe un corazón. La gente exagera cuando habla de la muerte, cuando pisa el umbral de la locura; se arrodillan ante cualquier cosa: las cadenas nos dan fe. Suele ocurrir que uno se da cuenta de que estaba buscando la sabiduría en la oscuridad. El dolor no es más que polvo que esparcimos sobre nosotros mismos, pura práctica, una rúbrica en un catálogo de vajillas, un vino que se derrama sobre montones de papeles. Si tú no sientes, lo máximo que puedes dar es nada, pasar un formulario sin rellenar de mano en mano.
Todo está congelado y no puedes hablar, así que te llevas los brazos al pecho mientras elevas la dirección de tus pensamientos al cielo, cerca del borde, allí es donde gritas, pero el sonido no hace más que rebotar contra las paredes.
Estás sentado en una mesa con flores, suplicando. En un solo movimiento se te escapa todo el aire, mas te sorprende que tienes una nueva tanda preparada para salir.
Corres tras algo o alguien, que se te escapa...
Después de todo, la misma historia de siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario