Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar. -Ernest Hemingway.


Love one another and you will be happy. It's as simple and as difficult as that. - Michael Leunig.

Ser de izquierdas es, como ser de derechas, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de hemiplejía moral. -José Ortega y Gasset.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Lecciones morales tópicas I

El día en que el avión se estrelló, él ya no la quería.
Madrugó como siempre, asistió taciturno a un discurso tras otro y regresó a su casa a la hora de un tardío almuerzo; apenas probó bocado. Algo en la boca de su estómago parpadeaba como mal augurio.
Vuelve a casa –pensó. Aquello era positivo. Ya no quería ver su mirada caída, o como sus ojos se tornaban blancos, ni la mueca tensa que afeaba aquel bello rostro. No quería oír su respiración junto a la suya en brazos de Morfeo, ni el incesante repiqueteo del masculino tic en la pierna, tampoco los suspiros acelerados que asfixiaban la tranquilidad de un día cualquiera.
No un día como ese.
Menos quería abrir la puerta sabiendo que ella tendría un reproche preparado, ni salir por ella sintiéndose culpable.
Pero sobretodo deseaba escapar del aburrimiento en que algo tan cómodo se había convertido.
Y aquí nos encontramos. Un intercambio de miradas frías habían precedido a una silenciosa procesión de moradas lágrimas (por la parte femenina). Hora de irse.
El día en que el avión se estrelló, él ya soñaba con su libertad.
Los aeropuertos son como enormes ataúdes. En ellos quedan sepultadas relaciones que ya no llevan a ninguna parte, recuerdos que nos persiguen toda la vida, sonidos y luces embotadas que saben a marcha fúnebre. Pasamos toda la vida frente a un ordenador, moviendo rápidamente dos veces un solo dedo; antes, la imagen de la amada frente al portal, despidiendo el carruaje que espera volver a ver en unas semanas, quizá unos meses. Ahora decimos “adiós” y olvidamos a las personas, como si enviáramos un e-mail.
A veces no obtenemos respuesta.

Salió en un corte informativo. Los bomberos estaban apagando el fuego en esos momentos. Afortunadamente, no había que lamentar víctimas, el aparato aéreo había colisionado sin levantar las ruedas del suelo. Era un milagro, o una suerte, o increíble.
Vuelve a casa –pidió él, abrazándola. No quería perder sus gestos gráciles, sus manos frías, su rubor matutino. No quería dejar de sentir su frágil cuerpo entre sus brazos, ni dejar de escuchar su risa estridente y melodiosa, ni el sonido de sus pasos, ni...

El día en que el avión se estrelló, llovía fuera.

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